¿PORQUÉ ES TAN IMPORTANTE TU FLORA INTESTINAL? APRENDE A CUIDARLA

 
 
 
 
Todos hemos oído hablar de la flora intestinal. Ese conjunto de microbios que habita en nuestro intestino y nos ayuda a descomponer los alimentos y absorber sus nutrientes. Durante los últimos años ha aumentado exponencialmente el número de estudios que analizan el funcionamiento de nuestra microbiota intestinal. Gracias a ellos hoy podemos conocer un poco mejor el gran número de funciones que desempeñan.

 

En nuestro cuerpo poseemos únicamente un 10% de genes humanos, el otro 90% de información genética pertenece a los cerca de 100 billones de bacterias que habitan en nuestro organismo, podemos prácticamente afirmar que más que seres humanos “somos bacterias”. Estos microbios se encuentran principalmente en las zonas de nuestro cuerpo que están en contacto con el exterior, como en la piel y las mucosas, pero especialmente en el aparato digestivo, donde se albergan más del 95% de ellos. De hecho si pesáramos todas las bacterias que se alojan en nuestro intestino pesarían alrededor de 2kg.

 

El aparato digestivo representa la inmensa mayoría de la superficie corporal que está en contacto con el exterior de nuestro cuerpo y es el que decide qué elementos del exterior pasan a la sangre y cuales no. Nuestra piel ocupa un área de aproximadamente 2 metros cuadrados, mientras que el intestino tiene una superficie de 400 metros cuadrados, por este motivo cerca de un 80% de nuestro sistema inmunológico se encuentra en las paredes intestinales.


 

Estas bacterias alojadas en el intestino son las encargadas de ayudarnos en gran número de procesos biológicos como la fermentación de sustancias que no podemos digerir, o la síntesis de algunas vitaminas, pero además forman parte de la primera línea de defensa de la BARRERA INTESTINAL, que es la barrera selectiva encargada de impedir que pasen a la sangre cuerpos extraños que puedan resultar nocivos, como microbios patógenos y sus toxinas y dejar pasar los diversos nutrientes, electrolitos y agua necesarios para el organismo.

 

Barrera Intestinal

 

Las alteraciones producidas en nuestra microbiota pueden producir daños en la barrera intestinal y hacer que ésta pierda eficacia y aumente su permeabilidad, dejando pasar microbios patógenos y sustancias tóxicas que producen una sobreestimulación del sistema inmunológico favoreciendo la aparición de diferentes enfermedades autoinmunes, enfermedad inflamatoria Intestinal, y se cree que está contribuyendo a algunas epidemias contemporáneas como el asma, obesidad y diversas alergias.

 
 

¿CÓMO Y CUÁNDO SE FORMA?

 
 

 La colonización bacteriana se produce en los primeros años de vida, y la riqueza bacteriana que recibamos durante este periodo marcará el tipo de microbiota que poseeremos durante el resto de nuestra vida.

 

Recibimos nuestras primeras bacterias del exterior en el momento del parto, cuando el bebé entra en contacto con las bacterias situadas en el tracto vaginal de su madre. Se ha comprobado que incluso la flora vaginal de la madre se modifica los días previos al parto para que el bebé pueda recibir las bacterias más beneficiosas durante el alumbramiento.

 

Parto natural y leche materna // Parto natural y leche de fórmula // Parto por cesárea

 
Los bebés nacidos por cesárea poseen una menor diversidad bacteriana en su flora intestinal y un retraso en la colonización de cierto tipo de bacterias beneficiosas (estudio).
 
Otro estudio ha encontrado un mayor riesgo de padecer rinitis crónica o rinitis alérgica en niños nacidos en parto por cesárea con antecedentes familiares de asma, un motivo más para reducir el número de cesáreas innecesarias que todavía se practican en muchos hospitales.
 
La práctica del piel con piel después del parto también ayuda a la colonización bacteriana del recién nacido, pero sin duda, el mayor número de bacterias beneficiosas que recibirá durante sus primeros meses de vida provienen de la leche materna y no están presentes en la leche de fórmula (artículoestudio).
 
Los bebés que son amamantados con leche materna poseen un menor riesgo de padecer infecciones respiratorias y alergias (estudio) y menores posibilidades de sufrir apnea del sueño debido también a su mejor formación maxilar (estudio).
 
Los primeros contactos del niño con el mundo exterior también son muy importantes. Los niños que se crían con un mayor número de hermanos  (y en consecuencia con mayor número de gérmenes)  tienen menos riesgo de padecer alergia al polen (estudio).

 
Vivir en contacto con mascotas durante los primeros meses de vida mejora la riqueza bacteriana intestinal, especialmente en niños nacidos en parto por cesárea, disminuyendo el riesgo de padecer obesidad y algunas alergias como el asma (estudio) .

 

 
Es importante no aislar a los niños durante sus primeros meses y años de vida, éste es el momento en el que se está formando su microbiota y necesitan estar en contacto con los microbios propios de un entorno natural. No cabe duda de que los niños que estén habitualmente en contacto con otros niños y gérmenes se enfermarán más, pero tendrán una sistema inmunológico más fuerte y preparado para el futuro.

 
 

¿PORQUÉ SE DAÑA LA FLORA INTESTINAL?

 
 

Nuestra flora intestinal es muy maleable y se adapta a los cambios con gran facilidad, precisamente por este motivo es también fácil que se produzcan desajustes en nuestras bacterias que debiliten la barrera intestinal y como consecuencia aumente su permeabilidad.
 
Una vez más, diversos factores relacionados con nuestro estilo de vida moderno parecen ser los principales culpables, aquí vamos a mencionar unos cuantos:
    • Tabaco y Alcohol: Hábitos tóxicos como el tabaco y el alcohol dañan la microbiota. Aunque se habla a menudo de los efectos positivos de una copa de vino tinto al día, los efectos negativos que produce el alcohol en el organismo superan con creces sus beneficios y hacen que su consumo siga siendo desaconsejable.
    • Malos hábitos alimentarios: Una dieta con abundancia de productos procesados, azúcares y gluten y escasez de frutas y verduras también es perjudicial para nuestras bacterias. Mantener una dieta nutritiva, sana y equilibrada es una de nuestras mejores herramientas para cuidar la salud intestinal.
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    • El estrés es otro gran enemigo de la flora intestinal y de la salud en general. Todos hemos vivido momentos de estrés ante un examen o una competición importante y hemos notado como aumentaba la frecuencia con la que necesitábamos ir al baño, esto es un claro indicio de la estrecha relación que existe entre el componente emocional y aparato digestivo (estudio). La gran maleabilidad y continua adaptación de la flora intestinal hacen que momentos puntuales de estrés no sean peligrosos, pero una situación de estrés prolongada en el tiempo puede tener efectos devastadores sobre nuestra microbiota.
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    • Medicamentos: Hace años que la población está concienciada de que no se debe abusar ni tomar libremente antibióticos, sin embargo España sigue siendo uno de los países con mayor consumo de antibióticos de Europa. Aparte del peligro de crear resistencia bacteriana también destruyen gran parte de las bacterias beneficiosas que tenemos. El uso de antibióticos en niños aumenta las posibilidades de padecer eczema, asma, colitis, rinoconjuntivitis y enfermedad de Chron (estudio, estudio). Pero los antibióticos no son los únicos. Otros medicamentos considerados “inofensivos” que consumimos a diario como el Ibuprofeno y otros AINES también se ha comprobado que dañan la barrera intestinal (estudio) e incluso aumentan el riesgo de padecer un infarto de miocardio (estudio). Esto es un motivo más para reducir la medicación a cuando lo indique el médico o sea estrictamente necesario. Es evidente que ante un fuerte dolor de cabeza u otras situaciones puntuales similares un Ibuprofeno nos aliviará, en la mayoría de los casos sin efectos secundarios, pero en el otro extremo hay deportistas que incluso lo toman a diario para recuperarse de los entrenamientos, desconociendo los peligros de abusar de este tipo de medicamentos.
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    • Exceso de higiene: Gracias a los antibióticos y a una gran mejora en nuestras condiciones higiénicas se han salvado millones de vidas en el siglo pasado, pero esta guerra contra las bacterias nos ha llevado a un extremo opuesto, donde la ausencia de bacterias también perjudica nuestra salud (artículo). Actualmente vivimos en un ambiente con un exceso de higiene y esterilidad en el que nuestro sistema inmunitario no tiene oportunidad de entrenarse y educarse para aprender a distinguir ante qué tipo de bacterias debe reaccionar y cuales son inofensivas. Esta falta de contacto con otros microorganismos hace que desarrollemos nuevos tipos de intolerancias y alergias cada vez más habituales que hace tan solo unas décadas eran totalmente desconocidas.
         

        • La Diabetes tipo 1 es hasta 400 veces más frecuente en países muy desarrollados como Finlandia que en países menos desarrollados como Venezuela y China (estudio).

       

        • Este estudio ha encontrado  que los países desarrollados poseen entre 20 y 60 veces más casos de eczema, asma y rinoconjuntivitis que los países poco desarrollados.

       

        • Vivir en el campo en contacto con animales y polen reduce las posibilidades de padecer asma y otras alergias (estudio, estudio).

       

    • Productos químicos: Algunos productos químicos presentes en productos de limpieza de uso cotidiano también pueden perjudicar nuestra microbiota, así que además de privar nuestro sistema inmunológico del contacto con otros microbios beneficiosos, también lo estamos perjudicando utilizando químicos tóxicos que dañan nuestras propias bacterias.
    • Sedentarismo: También se ha demostrado (estudio) que la gente que realiza actividad física de forma habitual posee una microbiota intestinal más saludable, así que ya tienes otra excusa para hacer ejercicio, si quieres mantener tu flora intestinal en buena forma mantente alejado del sedentarismo.

 
 

¿CÓMO PODEMOS MEJORAR NUESTRA SALUD INTESTINAL?

 
 

Aunque ya hemos mencionado que los primeros años de vida son los más importantes para la formación de nuestra flora intestinal, todavía podemos hacer algo por la salud de nuestras bacterias.

 

Aparte de eliminar los hábitos tóxicos o perjudiciales para nuestra microbiota que vimos en el apartado anterior, podemos también fortalecer y enriquecer nuestras flora intestinal con aportes habituales en la dieta de probióticos y prebióticos.
  • Los prebióticos son aquellas sustancias presentes en algunos alimentos que no podemos digerir y sirven de alimento para nuestras bacterias, como la fibra y algunos almidones resistentes a la digestión. Por lo tanto no aportan bacterias nuevas, pero ayudan a fortalecer las que ya tenemos.

 

 

Mantener una dieta con abundancia de frutas y verduras ricas en fibras fermentables (artículo) es de gran importancia para nuestra salud intestinal.

 

  • Los probióticos son bacterias vivas presentes en algunos alimentos de forma natural que aportan una mayor variedad bacteriana a nuestra propia microbiota. Especialmente alimentos fermentados como el yogurt, el kéfir, el chucrut, algunas legumbres, etc… son ejemplos de probióticos naturales que añadidos de forma habitual a nuestra dieta aportan grandes beneficios para la flora intestinal, aparte de ayudarnos a repoblar nuestras bacterias tras un tratamiento con antibióticos.

 

 
 

CONCLUSIONES

 
 

Nuestro cuerpo a parte de células humanas está formado por billones de bacterias que viven en simbiosis con nosotros, la inmensa mayoría en nuestro intestino, ayudándonos a realizar un gran número de funciones vitales sin las cuales no podríamos sobrevivir.

Cada vez hay un mayor número de enfermedades que se relacionan con una pobre salud intestinal. Cuidar nuestra microbiota es una pieza clave en el cuidado de nuestra propia salud, por ello debemos intentar eliminar hábitos tóxicos que dañen nuestras bacterias, como el tabaco, el alcohol, alimentos ultraprocesados, el estrés, algunos productos de limpieza, reducir el uso de medicamentos y dejar de obsesionarnos con la higiene y esterilización total de nuestro entorno. Esta esterilización extrema debería reducirse a potenciales focos infecciosos como hospitales, centros de salud, etc…

 

Hábitos saludables como la práctica habitual de actividad física, el contacto con la naturaleza y sus gérmenes y una dieta saludable con variedad de alimentos probióticos y prebióticos ayudarán en gran medida a mantener una buena salud en nuestras bacterias, y esto sin duda repercutirá en nuestra propia salud.

 

 

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